. Espinas Marchitas: 2013

jueves, 29 de agosto de 2013

Memorándum.

Se le recuerda a usted
que está frente al espejo
que no todo está perdido
porque el tiempo
si bien es fugitivo
nunca va más lejos que de nuestro lado
así que quédese tranquilo
porque la sangre aún es roja
y las lágrimas aún tiritan
inundadas de sed.

Sí sus labios se marchitaron
pregúntele al ocaso
¿Qué es mas viejo?
Sabrá responder;
No la luna, ni el sol,
ni el tiempo ni esta voz,
sinó el esfuerzo
que después de tantos años
tal vez con un bastón
sigue su camino sin ton ni son
y a la vera de algún río
allá va ese señor,
construyendo el mundo de su rededor.

Así que quédese con la tranquilidad
de que en algún mar usted los verá
converger a aquellos que como usted
están delante de un espejo preguntándose
cómo eran ayer.

domingo, 25 de agosto de 2013

Oquedades

Rompen en tu faz
ojerosas olas de llanto.

¡Fugitivas tempestades ahuyentan tu canto!

Ay de tí
que sin voz te amainas.

Ay de ti
que a la soledad te apartas.

Ay de nosotros
que en el mes mas austero
que la mano aparta
que la flor encanta
sin ti
moriremos.


lunes, 6 de mayo de 2013

Desde el balcón.

Se puede ver
el camino
lento
pausado
con cada paso
recorrido
haciéndose añicos.

La sombra
que va
la soledad
que viene.

Cada lágrima
que seca una flor
le da muerte
a un amor.

Y otra sombra vuelve
y nos entierra
sin decir
adiós.

Leandro Yñiguez - 06/05/2013

domingo, 3 de marzo de 2013

El eco.

A estas horas mi soledad ya es completa.
No es de noche, menos aún de día.
No me refiero a que si el sol se encuentra
atrás de la ventana o cerca de una antigua bahía.
Es tal vez, más complejo;
el atardecer se ha posado como un alado
cantor en los brazos derruidos de mi espíritu,
 y se come lentamente los pocos frutos adheridos a sus ramas.

Este ocaso  trae consigo el último otoño
en el invernadero que es mi alma,
donde otrora se hubiesen cultivado un puñado de
primaveras.

En esta estación falta de trenes se marchitaron,
no lentamente, mis lagrimales y sus pétalos fueron a parar
con el estruendo del mar en la lejanía, sobre mis mejillas.

En este atardecer el eco de mi voz
se repite hasta apagarse en solitarios
rincones , como se apagan los días
sumergidos en las noches,
como se sumergen las vidas,
en los abisales paramos de la muerte.

Hástago -  03/03/13

sábado, 16 de febrero de 2013

Desnúdate.

Cuando digo que se desnuden,
no me refiero a que se quiten la ropa,
sino, a que se desvistan de su piel.

Que tan solo se olviden unos instantes
de aquello que son sobre la tierra.

Que miren profundamente en sus almas,
y en las de quienes tienen enfrente.

Que observen olvidándose del prejuicio
que mora en sus pensamientos; que el
"en mi no vive mas que la bondad" se desvanezca,
porque la mentira es como una tormenta:
sus nubes cubren a cualquiera.

Y entonces, así, desnudos frente a todos,
todos vestidos solo con ese puñado de
hálito que llamamos alma, podamos levantar
los brazos, agitarlos con la brisa
que nos mese en su murmullo...
y preguntarnos....

¿Quiénes fuimos para juzgarnos diferentes?

Si mas no somos solo almas
que el viento agita en su
trémulo pesar, inconstantes
humanos hechos para pecar.

Si mas no somos solo
un error tal vez,
de alguien que dijo e
hizo un impedimento
para su camino.

Si mas no somos solo
una piedra al costado
de un sendero difícil
de andar.

Si más que eso no somos,
entonces,
¿por qué hemos
de pelear?.

Hástago     (Leandro Yñiguez)  - 16/02/2013

domingo, 27 de enero de 2013

Veneno para un pobre.


No resistí tanto como quería.

La soledad era el único veneno
que mi pobreza me permitía.

Algunos, agónicos, desterrados,
infelices y mal llevados,
se entregan a los brazos del óbito,
por vulgares o por indecisos.

Pero es tanta la pena,
que simplemente,
 no puedo darme ese lujo del destierro
a abismos infinitos y secos,
donde almas  sumen
sus parpados al  sueño eterno.

¡No, no, simplemente no puedo!
Porque es tanto el desasosiego, 
tanto el agobio,
 tan pesado el lastre que cargo sobre
mis espaldas,
como  el equipaje de un errante,
que simplemente no puedo deshacerme del sentimiento,
del anhelo,
de la última esperanza,
de  verle  entre mis alas.

 Leandro Yñiguez - 27/01/2013

Epitafio III


Si de roca fuese el cuerpo que ciñe mi alma, 
fácil sería decir que sobre su rostro han muerto las nubes,
que de su sangre el rostro se inundó.

Mas la certeza es pura y no tan lejana: 
ella lloró y yo bebí sus lágrimas con mis mejillas.

Leandro Yñiguez,  26/01/2013

jueves, 17 de enero de 2013

Epitafio II


Si el nacido cuerpo
hubiera sido alma,
sin ser jamás carne.

El yugo de la imperfección
jamás habría de trisar
las promesas perfectas.

Mas nacida el alma 
es en cuerpo y 
la carga se postra
en su piel.


Mas nacido el cuerpo
es en ojos que ven.

Mas los ojos ven lo
que no se debería
prever.

Mas lo previsto es 
el orgullo de unos,
y la vergüenza 
de los otros.

Y los otros,
solo son despojos,
solo porque nadie,
los quiso ver.

 
Leandro Yñiguez  , Miércoles 16 de enero, 2013

sábado, 5 de enero de 2013

Epitafio I

Vengo aquí,
bajo la piedra,
a sonreír,
a vivir,
a sentir que te quiero,
y aún te recuerdo,
a cantarte un verso,
a silenciar un beso,
a saltar el universo ,
a redoblar el tiempo,
a amanecer en tu cuerpo.


Vengo aquí,
bajo la piedra,
a dormir, eterno.