La cuna en tus ojos.
En tus profundos ojos se ahondan viejos paisajes,
tan viejos como los años que no aparentas.
En aquellos lugares duermo,
cuando la noche llega y me arroja al sueño.
En el sopor que infunde la utopía,
mi mente se cree presa de interminables laberintos.
Donde la única puerta
es tu rostro e inmejorablemente
son tus labios el cerrojo que la antecede.
La puerta de tez cobriza relata en su faz;
“Ojos para mirar, labios para besar”
Y así, haciendo danzar los pestillos,
que me embriagan de las caricias,
mirando fijamente el mar de tus pupilas,
susurro suavemente “buenos días, corazón”
Leandro
Yñiguez, Martes 6/3/2012