Tal vez hoy,
sea el día en que tus calidas manos
sequen de mis lánguidas mejillas,
éstas lagrimas que me separan del sosiego.
Y tu cuerpo trémulo caiga sobre
mi, como el solaz, que otrora,
el amanecer me hubiese dado,
en éstas horas de desánimo.
Cuando la miseria me cubra,
quisiera sentir la fortaleza
que tus tibios labios amparan
y, que, en tu silencio, me
embargues los errores y me
otorgues lo necesario
para asir los sueños
a sus cimientos.
Tal vez hoy, las altas nubes
se deshilachen en una caricia
y me deshagan como humano
para volverme más sincero.
O, tal vez hoy,
sople el viento y relegue mi consuelo.
.
Leandro Yñiguez, Autor de obras inéditas registradas – 14/06/12