. Espinas Marchitas: 2011-12-04

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Musa de la tierra

Puede caer la noche a mi alma,  en este día,
trayendo con su amplío espacio de atardecer
melancolias,penas, y tormentas de arena,
llenarme de la ausencia, que se esconde
en sus rincones vacios.

Mi alma, podría sentirse fatigada,
cansada o herida,al sentir mis pupilas
todo el rededor, callendo,como caen
las abatidas alas del pajaro cansado.

Debería guardar, el dolor, en un ramo de
rosas, rojas como la sangre, que se describe
en los libros o convertirlo en un suave
río que se pierde, tremulo entre las rocas,
al volverse turbias sus corrientes,
y calma, al sentir, las heladas brisas
del invierno.

Porque aunque todo este vacio,
es tan solo una noche, que me
ahonda una luna, en la profunda
inmensidad del espacio y un
millar de estrellas, poemas  y letras,
tan altas como los sueños,  ella
mi inspira.

Aun sea el día  marchito en la tarde,
por la oscuridad que la cubre y
su cuerpo en lo alto, los ojos con los que miro.

No temeré, no temeré nuevamente,
a aquel astro que me inspira,
odas y poesías, más culto en escritos,
yo le rendiré,en su luz de plata .

martes, 6 de diciembre de 2011

Mi lugar en el mundo

Se vuelve abierto el sol,
como una rosa al amanecer.

Se buscan los destinos y
se abrazan bajo viejos 
petalos.

Otras flores moran el jardín.

Tan iguales y distintas,
en aroma y forma.

Se mesen al viento,
sus calidas figuras.

Y otras hojas sin sueño,
buscan el agua eterna.

Nacen las noches de cada
nube que con sus cuerpo
las cubre.

Por el resplandor de truenos,
todo se ve rodeado.

Se ciñen las tormentas en
lo alto, y sus lagrimas
destiñen  la noche.

Todos los ojos debajo.
buscan un refugio, en
un parpadear acelerado.

Quietas e inertes,
ellas se pierden,
desertan en el
silencio.

Reposan nuevamente
sus cuerpos en las madrugadas,
esperando a despertar,
sus almas,en la mañana.

Extienden sus manos al
alba y agradecen en
danzas.

Aun quietas e inertes,
las flores bailan más
que quienes se mueven.

Aun calladas y silenciosas,
tremulas y poco egolatras,
dueñas de la belleza, ellas,
las flores, se mesen bajo el
alba y buscan un lugar
en el mundo, así como
nosotros, los árboles,
reyes de las sombras.

Dueños de la tierras,
ellas y nosotros,
juntos crecemos,
deseando al cielo,
como un amigo lejano,
extrañando al febo,
cuando el frío señor
de la noche nos vigila,
y atormenta con sus
estrellas, y lloramos
de alegría, con gotas
de rocio,cuando un
nuevo amanecer se
avecina.